El dominó de la Zonaeuro está cayendo, con Irlanda después de Grecia, y el centro de atención puesto ahora en Portugal y España. Un análisis superficial sugiere que todo es culpa del euro, y que ninguno de los países de la zona periférica del euro puede recuperar competitividad a un tipo fijo, por lo que sólo es cuestión de tiempo una próxima caída.
Este punto de vista, sin embargo, carece de un análisis más cuidadoso, que revele las diferentes causas por las que las piezas del dominó caen.
Grecia fue a la quiebra, ya que era la economía peor dirigida en la OCDE, con gobiernos corruptos sistemáticamente (en las propias palabras del primer ministro George Papandreou), que se las arreglaron para engañar a la Zonaeuro en un momento en la que los mercados financieros estaban despreciando los riesgos del crédito soberano en la zona euro. Como resultado Atenas alcanzó niveles de deuda que no podía soportar. Al mismo tiempo, Grecia exportaba muy poco (6-8% del PIB) tanto antes de adoptar el euro como después.
Irlanda solicitó un plan de rescate sobre la base de un sistema bancario no controlado, que ha acumulado deudas privadas por encima del 176% del PIB, esto se consigue si permites que los bancos y los promotores inmobiliarios vaguen sin ningún tipo de control.
Portugal se enfrenta a un problema de escasez de crecimiento, incluso antes de la recesión económica mundial (1% de media en términos reales entre 1999-2008). En esencia, nunca se produjo la convergencia económica con el euro, y hay ahora hay preocupación sobre si es sostenible el nivel de deuda de Lisboa.
El gobierno portugués necesita hacer mucho más en las reformas económicas estructurales y hacerlo con rapidez para evitar el destino de Grecia e Irlanda. La negociación colectiva debe ser liberalizada, las indemnizaciones por despido reducidas, se deben vender activos de propiedad estatal, y reducir el nivel de salarios públicos. Un duro camino por delante para cualquier gobierno en Lisboa. Sin embargo Portugal no es una amenaza para el euro, pues tiene un tamaño que posibilita su rescate.
La preocupación real es que para España, la capacidad real de asistencia de la Zona Euro y el FMI de 350.000 millones de euros, no es suficiente.
Afortunadamente las buenas noticias es que España no es ninguna de las anteriores, y el castigo reciente del mercado, aumentando los diferenciales de deuda con respecto al bund alemán, no se justifica.
La deuda pública de Grecia se sitúa en el 64% del PIB, la de Irlanda en el 176% del PIB, las cuales son cifras muy alejadas del caso español. Muchos analistas defienden que la elevada tasa de desempleo del país, en el 20%, dejará a España al borde de una revolución social. Sin embargo, España se ha caracterizado en su historia por no poder emplear productivamente a su población. Esto significa que la tasa de desempleo ha vuelto a los niveles de mediados de la década de los 90, y que esas tasas no se han asociado a grandes disturbios sociales.
España se enfrenta a graves problemas económicos de crecimiento y en el mercado de trabajo, ya que se tendrá que abrir camino en los próximos trimestres entre el colapso del mercado inmobiliario. Pero no tiene ni el saldo de la deuda de Grecia, ni el sistema bancario de Irlanda, ni el gobierno complaciente de Portugal. España ha sido castigada por ser fundamentalmente parte de la periferia de la zona euro.
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